Los rascacielos y la promesa de una vida de lujo atraen a expatriados y multinacionales a Emiratos Árabes Unidos, un paraíso fiscal del Golfo que mantendrá su atractivo tanto si acepta o rechaza un posible impuesto de sociedades, estiman los expertos. El 5 de junio los ministros de Finanzas del grupo de siete grandes potencias (G7) anunciaron en Londres un acuerdo “sin precedentes” sobre un impuesto global mínimo y un mejor reparto de los ingresos fiscales procedentes de las multinacionales, sobre todo de los gigantes digitales. El objetivo es fijar una tasa impositiva mundial de “al menos el 15%” a las compañías. El G7 apunta en particular a los paraísos fiscales que atraen a los famosos GAFA estadounidenses (Google, Amazon, Facebook, Apple). Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que agrupa a los países más desarrollados, un paraíso fiscal se caracteriza por “impuestos inexistentes o insignificantes”. Es el caso de los Emiratos, pero también de Jersey, las Bahamas, las islas Caimán y Baréin. Abu Dabi, capital de los Emiratos, y Dubái, el más popular de los otros seis principados que forman esta federación, albergan las oficinas regionales de miles de empresas. Las autoridades emiratíes no han reaccionado al acuerdo del G7 ni han respondido a las preguntas de la AFP. Pero esta semana, el gobierno de Dubái anunció una serie de pautas “para reducir el costo de hacer negocios y estimular el crecimiento económico”. Estas medidas, que se pondrán en marcha “durante los próximos tres meses”, se proponen “consolidar el estatus de Dubái como destino global para inversiones y negocios”, recalcaron los dirigentes del emirato sin entrar en detalles. – “Ventajas limitadas” – En plena pandemia de covid-19, Emiratos ya lanzó reformas. Desde el 1 de junio, los extranjeros pueden crear una empresa y poseer todo el capital (frente al 49% de antes), lo cual antes solo era posible en ciertas zonas francas. Esta reforma “está encaminada a reforzar la ventaja competitiva” y “facilitar la práctica de los negocios”, según Abdalá ben Tuq Al Mari, ministro de Economía de la federación, que ocupa el puesto 16 en la clasificación del Banco Mundial sobre la facilidad para hacer negocios. Este Estado, que confía en su imagen de marca internacional, intentará “ser visto como parte del sistema global y no como un paraíso fiscal”, estima Scott Livermore, economista jefe de Oxford Economics Middle East, con sede en Dubái. “Mantenerse fuera del acuerdo tendrá ventajas limitadas, sobre todo si el G20 y la OCDE lo aprueban”, explica a la AFP. Según él, incluso si los impuestos de las empresas suben, el gobierno compensará, como Luxemburgo y Malta, donde la carga fiscal de las sociedades lleva aparejada múltiples exenciones. “Las autoridades ya han entendido la importancia de tener un entorno comercial y social más abierto para atraer y retener la inversión y el talento extranjeros”, insiste Scott Livermore, quien menciona la flexibilización de diversos trámites administrativos, en particular para los visados. – “Creatividad” – El estilo de vida atrae a ejecutivos expatriados a Abu Dabi y sobre todo a Dubái, una ciudad ultraconectada donde una legión de trabajadores pobres del subcontinente indio se esfuerzan por ofrecer todos los servicios posibles. Los impuestos bajos, cuando no nulos, de los Emiratos han sido un atractivo importante “para los inversores extranjeros”, pero “incluso con el posible impacto de un impuesto de sociedades global mínimo, seguirá siendo un entorno con impuestos relativamente bajos”, opina Robert Mogielnicki, del grupo de expertos del Arab Gulf States Institute, en Washington. “Tendrán que ser creativos y considerar la reestructuración de algunos gastos relacionados con los negocios”, predijo el investigador a la AFP, estimando que el país seguirá siendo un “centro de negocios competitivo”. “El entorno comercial de Emiratos se beneficia de una excelente conectividad con los principales mercados mundiales, un alto nivel de vida y un mercado laboral dinámico con una mano de obra expatriada cualificada y rentable”, explica. Y ante la caída de los ingresos del petróleo, “la tendencia fiscal general en los últimos años en el Golfo ha sido aumentar los impuestos, no reducirlos”. “A largo plazo, el gobierno de Emiratos y sus ciudadanos no echarán de menos a las empresas o inversores que solo se interesen por un trato fiscal preferente”, concluye el investigador.